Entrevista a Mauro Millán

Mauro Millán es miembro y vocero de la organización 11 de Octubre, una agrupación conformada por gente mapuche-tehuelche que vive en centros urbanos y comunidades rurales. Sus integrantes proponen la reorganización del pueblo que originariamente habitaba los territorios ocupados en la actualidad por Chile y Argentina. Su lucha no sólo consiste en recuperar las tierras que les fueron arrebatadas. Consiste también en la recuperación de la historia, la filosofía y la cultura mapuche, como un instrumento que les permita proyectarse hacia el futuro dentro del contexto de opresión globalizadora que la humanidad está sufriendo.
Mauro intervino en el conflicto que se desató en 2002 a partir del desalojo de la familia Curiñanco del Predio Santa Rosa, en la zona de Leleque (Chubut), a instancias de una denuncia penal realizada por el Grupo Benetton, que dispone de un total de 900.000 hectáreas distribuidas en distintas zonas de la Patagonia argentina. La familia Curiñanco había realizado numerosas mejoras en el predio Santa Rosa y fueron los únicos que le dieron al lugar una utilidad social, ya que las tierras no estaban trabajadas al momento de su llegada. En 2004 la Justicia de Chubut restituyó las tierras al Grupo Benetton, y Mauro viajó junto con la familia mapuche a la ciudad italiana de Treviso, donde se entrevistaron con el empresario durante más de cuatro horas. Luego viajó a la ciudad de Viena, donde se congregaron numerosas entidades de Derechos Humanos y de participación social. Entre otras problemáticas, se dio a conocer el accionar de las empresas europeas en América Latina, y Mauro denunció la conducta de Benetton en territorio mapuche y patagónico, lo que profundizó la campaña internacional en detrimiento de los United Colors.

Martín: ¿Qué te parecen los repudios a Julio Argentino Roca que han crecido durante los últimos años para difundir conciencia acerca del verdadero significado histórico de la Campaña del Desierto?

Mauro: Lo de Roca es una manera muy simplista de analizar la historia. Sirve para esquivar verdaderas culpas. Es un chivo expiatorio. A la historia no la podés medir a partir de una actitud, una personalidad o de lo que significó un hecho en particular, porque las instituciones, hoy por hoy, no han cambiado en absoluto, porque lo que Roca hizo militarmente después fue consumado y continuado por esto que entendemos por la legalidad, la propiedad privada, la moral cristiana, las leyes y la policía detrás para cuidar el capital. ¿Qué es lo que ha cambiado? Nada. Ahora se lo matiza con la pseudo democracia, una democracia ficticia, que es una gran maquinaria de represión. También están los antropólogos y los historiadores que han tratado de esconder o tergiversar la verdadera historia mapuche. Ellos también forman parte, son el motor y la bujía de este engranaje para que la gran maquinaria de represión funcione en armonía y puedan justificarse todas las atrocidades. Hay teorías que están asombrosamente acomodadas. Vos como historiador, si te venden esa fruta capaz que la comprás, porque está tan bien estructurada... Pero si vos hacés una investigación realmente profunda, tratando inclusive de interpretar la oralidad, porque si acá hay algo que se estima es la oralidad y la oralidad hasta nos cuesta entenderla a nosotros como mapuches. La historia oral... ¿Qué es la historia oral? Hoy vos te podés conectar a Internet y podés ver lo que está pasando en Nigeria, pero en cambio la historia oral es muy difícil de entender en un mundo tan globalizado, porque la historia oral son los hechos y los episodios que acontecieron en un limitado espacio territorial, y es maravilloso entender eso. Lo que pasa que es como un gran rompecabezas para juntarlo y después que se convierta en una historia amplia, integral. Acá los viejos te hablan de la guerra, y todos tienen una versión diferente de por qué la guerra. Hablo de la guerra contra el blanco, la guerra contra el Estado argentino.

Martín: Ustedes, como pertenecientes a la nación mapuche, ¿cómo se consideran frente a la nacionalidad argentina?

Mauro: Ponele que nosotros nos quisiéramos considerar argentinos... no tiene coherencia la nacionalidad argentina. Es como si alguien entrara a tu casa, violara a tu madre, a tus hermanas, y vos orgullosamente luego te ponés el apellido de ese violador. Parece un ejemplo grosero...

Martín: Es el más concreto...

Mauro: Cuando empiezan a dar vuelta con esas cuestiones esos nacionalistas de cuarta...

Martín: La historia de este país provoca cierta vergüenza como para considerarse argentino orgullosamente.

Mauro: Tampoco buscamos eso. No queremos confrontar en una escala de valores donde se pueda plantear quién es más y quién es menos. Estamos hablando de situaciones concretas. Porque hay gente que reniega de ser argentina. Nosotros no queremos eso, porque la identidad argentina la van a tener que construir, tarde o temprano, pero no nos gusta que se eche mano a ese discurso facilista que dice "Los indígenas son nuestras raíces". Macana. Nosotros no somos raíces. Nosotros somos víctimas de este Estado. Y el Estado para mí no es la gente. Para mí hay una cuestión muy simple: el pueblo es pueblo. Y después está el poder. El Estado fue y es una necesidad del poder, porque nació en un período en el cual ya se estaba pariendo esta economía y quienes dominan quieren organizar la sociedad bajo las leyes que ellos necesitan para continuar lucrando. El pueblo es otra historia. La identidad no tiene que basarse en el Estado. La identidad tiene que ser otra historia... la idiosincrasia, todo lo que va a ir pasando... pero que aún es muy incipiente para toda la sociedad latinoamericana. A mí me harta que el discurso latinoamericano meta todo adentro de la bolsa, porque no es así. ¿Te parece que el pueblo mapuche, con ocho mil años de historia, puede ser raíz de este Estado? ¿No te suena incoherente? Una vez, vi en la tapa de una revista... no lo podía creer... en una de esas revistas de cuarta, no sé si la Gente o una de esas que tienen esas características... "Hallan restos humanos que datan de más 10.000 años", decía en chiquito, pero el título principal era "Los primeros argentinos", como cuando hallan restos fósiles y ponen "El argentinosaurio"... cuando el Estado argentino tuvo una formación bastante más posterior.

Martín: Claro. Se consolidó recién hacia 1880, con la articulación al mercado internacional y el avance territorial hacia el sur, con el consecuente despojo de tierras que todavía hoy continúa...

Mauro: 10.000 años atrás y eran los primeros argentinos...

Martín: Seguro que los encontraron con una bandera, junto al sillón de Rivadavia. No es de extrañar, si la historia argentina está toda dibujada. Es un invento que surge de la necesidad de inventar el pasado para justificar el presente.

Mauro: La historia de los países latinoamericanos es así. Con algunos matices distintos, todo se parece. Puede existir una realidad un poco más diferente en Perú, en Bolivia, en Ecuador... pero en definitiva el objetivo de la conformación de los Estados es la consolidación del control social para asegurar el poder económico de un cierto sector.

Martín: Además, la formación del Estado coincide con la época más sangrienta de un país, con la matanza de comunidades, con la homogeneización de la población... el objetivo es matar al diferente, domesticar al rebelde, igualar a la población bajo un mismo patrón, para que todos sean consumidores del mismo discurso y tributarios de un Estado que supuestamente los ampara. La propuesta es cuadricular cabezas para no generar fisuras en el discurso dominante.

Mauro: Yo te hablé un poco superficialmente de una etapa de nuestra historia, pero es necesario hablar de nuestra historia porque vos tenés que hacer un diagnóstico de la sociedad basado en el pasado. Si no, no tiene mucho sentido. Vos ves que hay mapuches color café con leche, otros que son más café que leche... pero tenés que saber el porqué. El 70 o el 80 % estamos viviendo en zonas urbanas, ¿pero por qué? El 30 % somos los pocos que hablamos mapuzungún y el 70 % perdimos el idioma. ¿Por qué? Hay que buscar un porqué, porque si no, caemos en la razón que encuentra doña María, la señora de enfrente, que cree que todas estas cosas suceden porque sí. Y la realidad es que el sistema fue transformándose de acuerdo a las necesidades económicas. En un principio era el tema de la posesión de la tierra, del espacio territorial que ocupábamos, porque el sistema necesitaba tierras para criar animales y desarrollar la ganadería y otras actividades económicas. Y nosotros no encajábamos en ese modelo bajo ningún punto de vista.

Martín: Nosotros estuvimos en Neuquén y todo el tiempo nos cruzamos con la otra parte, con los que reniegan de los mapuches. Son personas acomodadas, propietarios de tierras con costa sobre el lago, y cuando hablás con ellos aparecen argumentos que no se sostienen con nada...

Mauro: Pero una sociedad que hoy considera héroes a los piqueteros y mañana los trata de villanos... es como una vieja histérica. Yo realmente estoy sorprendido de que todavía se siga diciendo que los mapuches somos invasores de acá. Ellos dicen que nosotros somos araucanos, y el término "araucano" es un término impuesto. Nosotros no nos autodenominamos araucanos. También te llaman "indios"... aunque esta palabra ya está quedando medio fuera de moda. "Paisano" es otro concepto que utilizan, incluso hay algunos de nuestra propia gente que dicen ser paisanos. Pero yo me pregunto: ¿de qué país somos paisanos? Después está el término "araucano". Pero el término araucano nace de un cronista llamado Ercilla, que escribió un libro denominado La Araucanía, y esa terminología pasó a la historia. Entonces acá, personajes corruptos como Casamiquela, como varios personajes que tuvieron su mayor esplendor en la época de los militares, hablan de que nosotros invadimos, dicen que en realidad nosotros invadimos, que llegamos acá después de la llamada Conquista del Desierto, después de que el Estado ya estaba conformado. Entonces, según estos argumentos, nosotros no somos preexistentes al Estado. Llegamos después del Estado, y por ende carecemos de derechos. Es muy fácil el discurso éste, porque la frontera la inventaron ellos, no nosotros. Ellos dicen que nosotros llegamos de Chile, que causamos la desaparición de los tehuelches, mal llamados tehuelches, porque tomaron de una forma errónea el nombre con que nosotros los mapuches los llamábamos. Nosotros los llamábamos chehuelches y eran pueblos que tenían otros nombres. Ellos se autodenominaban de otra forma. Pero como "tehuelche" encajó como un concepto del indio argentino, ahí quedó. Hoy se vende la historia de Patoruzú, Patorucito... se la pasan a los chicos en el cine... es increíble. ¿Y por quiénes pagaban en patacones por cada testículo, por cada oreja, por cada pecho de las mujeres? Por los mapuches, los selknam, los alacalufes... comunidades que ya no existen, nunca más. Es increíble. Las perseguidos fuimos nosotros.

Martín: Con los "diaguitas" pasó lo mismo. Esa miope costumbre de unificar pueblos distintos bajo el mismo nombre...

Mauro: Claro. También te cuentan una fábula de los galeses de la Patagonia. Dicen que había una armonía absoluta con los tehuelches. Y si vos te dejás llevar por esta fábula y vas al valle 16 de Octubre, deberías encontrar un valle multiétnico. ¿Dónde está esa armonía?
Celebran la fiesta de los rifleros... ¡los rifleros! ¿A qué venían? ¿A hacer tiro al blanco? ¿A qué le tiraban? Y celebran esa epopeya.

Martín: Tienen la tumba del caballo Malacara...

Mauro: ¡Tienen un héroe que es un caballo! Nosotros tenemos a Lautaro, Caupolicán, Calfucurá, Namuncurá, Cochicurá, Foyel, Sayhueque, Inacayal… que fueron líderes de la resistencia contra el blanco. Ellos tienen a un caballo, pero el caballo que lo ayudó a un galés a dispararse, no murió arriba del caballo y el caballo terminó corriendo al enemigo... es héroe porque lo ayudó a rajar...
En este cuadro de situación, hablan de que nosotros somos invasores y catalogan. Pero el tema de la identidad del pueblo mapuche, y del concepto de pueblo, necesariamente se tienen que entender despojándose de la idea de lo que es el pueblo como sociedad occidental.
En el concepto de pueblo que nosotros tuvimos, y que hoy día queremos recomponer y que es necesario destacar y darle mucha preponderancia, es importante la idea de identidad territorial. Porque la idea que debemos tener de pueblo no debe responder a un concepto de masa uniforme. Es pueblo porque hay unidad idiomática, pero también hay una identidad territorial, porque no es lo mismo un mapuche a orillas del Pacífico que un mapuche a orillas del Atlántico o en el medio de la cordillera o en la zona de los pehuenes o en la zona desértica de Gastre. No es todo lo mismo, porque la cultura mapuche se nutre de la realidad geográfica de la tierra en que vive. Imaginate que cuando vinieron estos ignorantes que llegaron al territorio mapuche solamente a saquear no tuvieron la lucidez de discernir las diferentes necesidades nuestras, estaban lejos de entender las diferentes identidades territoriales de un pueblo. Estaban lejos de entender que en nuestras comunidades existía una identidad territorial.

Martín: ¿Y en qué consisten concretamente esas identidades territoriales?

Mauro: Las identidades territoriales siempre están respetadas. Cuando llegó el blanco, no encontró un limbo de armonía donde estábamos todos abrazados y a los besos. Las identidades territoriales eran normativas estrictas. Estaban los tehuelches, y también había puelches, huenteches, pehuenches… cada identidad territorial tenía su forma de organización política y administrativa. Pero si hay algo que fue valioso para la resistencia fue precisamente esa realidad, porque vos imaginate: los españoles doblegaron imperios que para el occidental era la Civilización. ¿Por qué? Porque para denotar inteligencia y orden vos tenías que construir una pirámide o tenías que construir un palacio. Eso era lo más cercano a la vanidad, a la disciplina y el orden.

Martín: Lo más cercano al Estado. El razonamiento es: “Si hay Estado, hay civilización”…

Mauro: La cuestión es que ellos llegan y encuentran una cuestión organizativa en estos pueblos muy distinta a la forma verticalista que imperaba entre los incas o los aztecas. Esas sociedades fueron rápidamente conquistadas porque frente a un poder de esas características era muy fácil desarticular un cuerpo cortando la cabeza. Estaba muy a la vista cuál era la forma de organización social.
Después los españoles siguen bajando. Ellos llegaron el mismo año a numerosas partes del continente porque la conquista fue una empresa. Vos imaginate lo que invertían los capitalistas españoles sabiendo que había un territorio nuevo por conquistar. Y llegan a territorio mapuche pero no se encuentran con un rey del Sol ni con un Moctezuma. Se encontraron con miles de familias autónomas, entre las cuales era imposible discernir una cabeza. ¿Cómo hacés para romper una estructura tan horizontal? Era básicamente imposible. Pero frente a la necesidad de alianza, el pueblo mapuche buscó otra forma de organización, que pasaba fundamentalmente por el tema de la espiritualidad, de los espacios sagrados. A partir de esos pactos empiezan a nacer los líderes que van a ser los encargados de la resistencia militar, los toquis. Ellos estaban exclusivamente para la guerra. Cuando no había situación de guerra no tenían razón de jerarquizar su función. Y creo que eso fue lo que marcó la gran diferencia con otros pueblos, porque el pueblo mapuche no fue sometido por los españoles. Entonces pasamos a la historia como que teníamos genes guerreros.

Martín: Como no les pudieron ganar los tildaron de violentos… Y después los blancos muestran otra contradicción. Por un lado, los juzgan de vagos, pero por otra parte resulta que no les pudieron entrar porque tenían una manera muy sólida de organizarse. Cuando vinieron a conquistar se encontraron con una muralla humana.

Mauro: Incluso de los dos lados de la cordillera. Hasta se pactaron acuerdos y se organizaron asambleas entre los grupos de uno y otro lado… Parlamentos… ¿Sabés de dónde viene la idea del Parlamento que utilizan hoy las naciones… la idea de parlar? Resulta que en la época en que llegan los españoles y los propios ingleses había toda una situación de jerarquía y opresión que ellos practicaban en sus propios pueblos. Cuando llegan a este continente, que después denominan América (¿por qué se llama América? Si acá era Hual Mapu, y cada pueblo tenía su propia denominación: Abya Yala, Kura Yala, Tahuantinsuyu…), los cronistas que fueron testigos del encuentro con los mapuches contaron que quedaron anonadados al ver a miles de indios hablando, parlando, parlamentando y que alrededor de cuatro o cinco días estuvieron hablando hasta que llegaron a un consenso.
El concepto de parlamento es un legado del pueblo indígena al resto de la humanidad… esa cuestión democrática de participación abierta e igualitaria.

Martín: ¿Las asambleas estaban organizadas principalmente por ancianos?

Mauro: Yo siempre digo que la sabiduría de un pueblo no es exclusividad de ninguna edad. La sabiduría del pueblo es del pueblo. De todos. Del más chico al más grande. La sabiduría es patrimonio de todos. Un pueblo sabio es justamente eso. Hoy tenemos realidades diferentes. Hoy la gente mayor es la que tiene más conocimiento, pero eso se debe a que hay una ruptura que produce la escuela y las propias instituciones del Estado.

Martín: Me imagino que es justamente por eso que cuando hoy en día fallece un anciano mapuche es lo mismo que para los blancos se les incendie una biblioteca.

Mauro: Claro, pero lo determina el mismo estado actual de las cosas. Hoy fallece un anciano y para nosotros es una pérdida tremenda de nuestra cultura. Pero años atrás esto no tendría el mismo significado, cuando el conocimiento vivía en todo el pueblo. El conocimiento circulaba permanentemente.

Martín: Recién ahora hay unos intentos académicos al interior de la universidad de abrir algunas nociones de historia oral. Y aunque conforma menos del 1 % de la carrera a mi me interesa bastante esta cuestión, porque es un rescate bastante profundo y requiere un contacto bastante directo con la gente, que no se puede hacer hablando desde una biblioteca o atrás de un escritorio.

Mauro: La persona que intente indagar ese tema va a tener que enfrentar varios desafíos, porque por un lado están los ancianos que mantienen la historia oral y la tienen presente, aunque cada vez menos, porque a medida que pasan los años la historia oral se va perdiendo. Y por otro lado está el idioma, que constituye la gran traba. Porque un anciano cuyo primer idioma es el mapuzungún y lo mantiene todavía, tiene un castellano terriblemente limitado. Y no le pidas que te haga una traducción del mapuzungún con el cual expresa sabiduría, al castellano del que maneja dos o tres palabras…
Si vos le pedís a un anciano que te hable de la espiritualidad y toda la sabiduría que alberga ese concepto, él te termina hablando de la Virgen María… Te querés morir. Porque lejos está la espiritualidad mapuche de concebir… sin ánimo de menospreciar…

Martín y Ana: Por nosotros no te preocupes, que no creemos en nada que pueda sostener la religión cristiana.

Mauro: Porque acá, en esta casa, con Angie (su pareja) hay diversidad. Cada cual con sus creencias. Pero siguiendo con el tema… no es lo mismo. No se pueden comparar las creencias. Son distintas.

Martín: De hecho, si no me equivoco, ustedes no tienen jerarquías en sus divinidades.

Mauro: Por ejemplo, el concepto de Futa Chao, que quiere decir Padre Grande, es una creación de los curas. Porque, ¿quiénes eran los primeros en aprender el idioma mapuche? Los curas. Porque también había que hacer una invasión ideológica.

Martín: Para complementar la espada y la escopeta.

Mauro: Porque planificar el exterminio de un pueblo como el mapuche era y es prácticamente imposible físicamente, pero así el exterminio ideológico y espiritual es posible. Y dentro de lo que es la espiritualidad, que es un tema muy amplio, nosotros estamos tratando de que se generen espacios donde podamos hacer nuestra autocrítica como pueblo. No podemos estar repitiendo como loro. Si no vamos a estar todo el tiempo tergiversando lo que somos, hasta convencernos a nosotros mismos de una espiritualidad que nunca tuvimos. Si nosotros decimos que no existe un dios es porque hay gente que todavía tiene ese conocimiento, si no no habría necesidad de aclararlo o de discernirlo. Pero sin embargo hay mucha gente anciana que lo repite y confunde los conceptos de nuestras creencias. A Nguenechén ya lo catalogan como un dios. Y no es un dios. Es una divinidad, un nehuén, una fuerza…

Martín: ¿Ustedes cuando dicen huinka, quieren decir “enemigo”?

Mauro: (risas) No. Huinka es blanco.

Martín: Bueno. Blanco-enemigo…

Mauro: No. No se trata de igualar blanco-enemigo. Depende como lo digas. Es huinka, qué sé yo. Por ahí… como una cuestión de amistad se le puede agregar la palabra weñui, o anai, que ya se trataría de un amigo más íntimo.

Martín: ¿Pero puede haber un mapuche-huinka, por ejemplo? ¿No se refieren a veces al huinka para nombrar al no-mapuche, al otro que no es ustedes, o para designar a alguien que fue de ustedes y pasó a ser otro?

Mauro: ¿Eso quién te lo dijo?

Ana: Nos lo dijo gente que no es mapuche, pero lo dijo en buen sentido, no en sentido despectivo o de rivalidad.

Mauro: No sé cómo interpreta la gente lo que nosotros decimos o hacemos. Nuestra espiritualidad no es una cuestión de fe. Y alrededor nuestro a veces hay toda una especie de delirio místico. No digo que la gente que dice esto sea gente mala, pero se trata de nuestra intimidad, y nosotros queremos conservarla. Porque los demás empiezan a interpretar nuestra espiritualidad de tal forma, que se termina armando un ovillo muy difícil de desenredar.
Siempre con buenas intenciones. Para mí los demás no son los enemigos, pero la diversidad tiene que ser respetada. Nosotros no queremos tener comunidades de hippies, pero no porque no queremos ser como los hippies. ¿Se entiende?
Decíamos que para nosotros la espiritualidad no es cuestión de fe. Hasta yo creo… (y de esto me hago cargo personalmente, aunque es una cuestión de cómo lo interpreten)…que la espiritualidad se trata de una cuestión hasta, yo diría, exacta, hasta científica.

Martín (totalmente asombrado): ¿Sí?

Mauro: Para mí sí.

Martín: ¡Pero la ciencia y la espiritualidad son totalmente opuestas! Porque se trata de algo completamente racional frente a algo que no se puede explicar.

Mauro: Bueno, pero igual no tiene una lógica científica occidental. Pero si a mí me dicen que tengo que hacer una cosa para alcanzar otra, yo entiendo que ese conocimiento tiene que ver con la observación de la naturaleza. Vos te comunicaste con la naturaleza. Porque yo lo he visto y lo he vivido, y lo pensé y le encontré muchas explicaciones desde mi situación de mapuche urbano, que me llevaron a esta conclusión. Porque ancianos en este lado no hay más en ejercicio. Que nacen, nacen todo el tiempo, las machis, los chamanes, pero los que tienen el rol de orientar las ceremonias son los loncos y los… (pillán… no llego a entender). Ellos te dicen: “Esto se hace así, así y así, para que esto salga así”. ¿Se entiende? No se puede hacer de otra forma. Se trata de normativas que ellos reciben a través de los sueños, a través de visiones o hechos sobrenaturales, para que vos me entiendas. Es decir que se nace con esas capacidades y con las normativas necesarias para decir qué hay que hacer para obtener tales resultados. Si no hacés las cosas como ellos dicen, entonces los resultados no surgen. Son fórmulas. Y lejos están de ser una cuestión de fe, de clavarte espinas en el cuerpo para que llueva. No va a llover nunca por más que te arrastres por el piso, por más que hagas ayuno. Y aquí se vislumbra que realmente existió y existe hasta el día de hoy una comunicación con los diferentes elementos de la naturaleza. Yo quizás no tengo esa capacidad. Es muy probable. Porque la realidad urbana me supera y me arma una barrera. Yo hablo el mapuzungún bastante limitado, pero para decir las cosas primero las pienso en la lógica huinka para después hablarlo en mapuzungún. Los ancianos tienen un esquema por completo diferente. A lo que voy es que la espiritualidad tiene esa lógica y es una cuestión exacta. Si hablás con un anciano de noventa años, no te va a decir esto. Y si te está hablando en español o en castellano, es muy probable que lo entrevere con el cristianismo. Es muy probable. Eso es lo tenemos que ir tratando de recomponer y el mayor desafío es aprender el mapuzungún, pero aprenderlo con conocimiento, porque hay gente que lo habla pero que no tiene conocimiento. Y hay gente que vive en las comunidades y no habla mapuzungún perfectamente, pero tiene conocimiento. Mi abuela relataba que ella llegó de bebé con mi bisabuela y mi tatarabuela, a la zona de los Andes donde tenían que cruzar la cordillera. Las venía corriendo el ejército y ella me contaba así, con esa simpleza de palabras, que a ellas las guió un pangui. El pangui es el puma. Para cruzar una parte de la cordillera. Entonces yo quiero creer que el pangui los guió. No sé… quizás muy influenciadas por el cine de los yanquis (se ríe), pero para mí el pangui las guió y para mí es suficiente, qué sé yo, porque el pangui les hablaba, decía ella. Porque para la gente de nuestra cultura, el che, el hombre, no se sentía más que un pangui, un collón u otro animal. Es decir, el che era hombre y era parte de la naturaleza. Tenía interacción con cada elemento de la naturaleza.

Martín: Claro. El hombre es igual al pangui y se teje entre los dos una relación de reciprocidad. No se trata de ser mejor y matarlo para afirmar un dominio.

Ana: Muchas veces nos pasó durante nuestros viajes por América, que cuando hablábamos con la gente y ellos te quieren explicar acerca de su espiritualidad, te empiezan a hablar de la Virgen y de ese tipo de cosas. Entonces nos empezamos a dar cuenta de que ellos no pueden traducir la complejidad de su práctica espiritual cotidiana, porque no la racionalizan: directamente la viven.

Martín: Porque, más que científico, parece ser una práctica que no puede ser explicada mediante la razón o las palabras.

Mauro: Yo te hablo en estos términos para que básicamente te puedas despojar del misterio sobre lo que significa la espiritualidad de los pueblos indígenas. Desde afuera hay inclusive una necesidad de interpretar y alimentar nuestra espiritualidad desde lo místico. Están los que se van al carajo en un delirio místico galopante del que no pueden bajarse jamás, que deliran muy mal. Hablo de la gente que no es parte del pueblo mapuche. Después están los racionalistas extremos que sostienen que la espiritualidad mapuche no tiene sentido. Hay dos cuestiones claras que le venden a la sociedad: que existen los monoteístas, que existen los politeístas y que en esa realidad no hay una tercera posibilidad.

Martín: Están los ateos…

Mauro: Bueno… sí. También están los ateos, pero eso ya es una muy mala palabra (risas). A los ateos ni los mencionan. Pero para mí, un ateo con sus fundamentos bien claros es también un ser espiritual. Parece una contradicción, pero para mí no lo es.
Bueno. En esta explicación del monoteísmo y el politeísmo nosotros no entramos porque vivimos una realidad mucho más compleja.

Acá se interrumpió la charla. Después la retomamos desde otro tema.




Mapuches resistiendo el desalojo
Reproducción de una foto que nos facilitó Mauro



Martín: ¿Y ahora el conflicto por las tierras cómo sigue?

Mauro: La lucha por la tierra no es más de lo que vos puedas saber. El tema es que el conflicto no es de tierras. Eso es lo que todo el mundo habla, pero la tierra en nuestra lucha apenas representa una parte. Pero se trata de una lucha cultural mucho más amplia, y esta sociedad no está preparada para que se le hagan este tipo de planteos. Por ahora. Nosotros estamos inmersos en este tema desde hace muchos años y no vamos a doblegar nuestra intención de que esto se sepa. El conflicto no es de tierras.

Martín: Se trata de lucha donde una cultura se quiere imponer y arrasar a la otra.

Mauro: Es una cuestión cultural, que el Estado intenta minimizar, porque la discusión te lleva al conflicto de la tierra que se vuela . El Estado siempre te desvía el tema. Porque ni siquiera todavía estamos hablando de derecho al territorio. Estamos hablando simplemente de la propiedad… (piensa y comienza a reírse irónicamente) Mirá. Mirá lo que han avanzado estás normativas del Estado: te dicen “Vos tenés derecho a la propiedad co-mu-nitaria” (resalta esta última palabra), “Ustedes colectivamente pueden manejar la tierra que se está abonando”. Y yo a vos te digo “la tierra que se está abonando” para que interpretes que el Estado todavía hace negocio con el subsuelo y el espacio aéreo, es decir que sigue sin comprender y continúa invadiendo el tema de la espiritualidad. Nosotros actualmente estamos trabajando en función de recuperar esos principios espirituales. ¿Pero a qué funcionario le vas a hacer entender esto? ¿A quién? ¿A Kirchner?

Martín: No. No hay modo. Ellos ven números nomás.

Mauro: Ellos no ven nehuén (firmeza, energía). No ven abajo, no ven arriba. Ellos ven cosas. Por ejemplo, en el conflicto que hubo en Santa Rosa (nota: el conflicto entre Benetton y la familia Curiñanco, que llevó una disputa por un territorio de 500 hectáreas al cuestionamiento de todos los latifundios del empresario). Durante el conflicto no se tuvo en cuenta el gellipun. Gellipun es como decir: “Yo me comprometo con cada uno de los elementos de este espacio, a luchar y a ser parte de él”. ¿Le vas a decir esto a Benetton? Porque el tipo me preguntaba en un momento: ¿Por qué Santa Rosa? ¿Por qué no otras tierras, otras partes? ¿Qué le vas a decir? No te van a entender. Nos les cabe en la cabeza. No entienden nuestro vínculo con la tierra.

Martín: Hubo casos en Bolivia que cuando faltaba agua en las comunidades algunos funcionarios, para hacer clientelismo, o empresarios, les enviaban una bomba. Y ellos respondían: “No queremos una bomba de agua. Nosotros sabemos cómo canalizarla y obtenerla”. Ustedes nos molestan y no queremos usar esto que nos traen. Y los tipos no podían entender esa actitud de las comunidades. Los acusaban de ser ajenos al progreso.

Mauro: Acá mi abuela siempre me decía que a una aguada uno nunca la tiene que limpiar con una pala. Es un conocimiento que se transmite. En la Patagonia, y más en la zona desértica, una aguada es fundamental, tanto para las personas como para los animales…
¿Y qué tipo de conocimiento es ese? ¿Un conocimiento de herejes? ¿Un conocimiento científico? ¿Qué es? Te dicen: “No limpies una aguada con una pala”. ¿Por qué? “Porque se va a secar”. ¿Y si uno va porfiado con la lógica huinka y dice: “La voy a limpiar y la voy a hacer más grande, así caben más animales”, y después resulta que se seca? ¿Qué explicación le das? Podés darle cualquier explicación pero el tema es se trata de principios culturales mapuches, y si va uno de estos personajes que decís vos de Bolivia y dice: “Aquí podrían hacer una acequia, o pueden ampliar acá o entubar el río éste para después largarlo allá…” Y así. Para el hombre un lago es una palangana.

Martín: Para organizar este tipo de proyectos mandan tipos con su conocimiento científico obtenido en libros que leyeron en Buenos Aires. Llegan acá, no conocen el territorio ni su gente ni sus leyendas, ni el vínculo existente con cada rincón, pero te analizan el lugar matemáticamente y arman proyectos que terminan destruyendo todo.

Mauro: Sí. Para ellos el lago es un gran fuentón que se puede modificar, un río es un recurso para explotar. ¿Sabés cuántas lagunas están entubando acá? Para este tipo de mentalidades los fundamentos que uno plantea son ideas que suenan locas. Cómo se ha cambiado todo, cómo se ha trastocado todo, que lo lógico es explotar una mina de oro con cianuro o que hagan las papeleras allá sobre el río Uruguay. Eso es el desarrollo. Lo ilógico es que vos vayas y digas que eso va a contaminar todo. Por ejemplo, acá en Esquel tuvimos una vez un encuentro y nosotros hicimos un manifiesto con reivindicaciones nuestras y otro con reivindicaciones de toda la sociedad. El manifiesto que nosotros hicimos, internamente, hablaba sobre nuestra espiritualidad, y era para nosotros, que éramos concientes de que era gastar pólvora en chimangos. ¿Se entiende? ¿Pero qué íbamos a hacer? Hicimos un encuentro porque una mapuche nuestra tuvo un sueño en un cerro y eso fue lo que nos motivó básicamente. Soñó con los pehuenes en el cerro. Pero si yo te lo cuento así vos me vas a mirar y no me vas a entender. Me vas a decir: “Este tipo está medio loco”.
Entonces nos movilizamos. Se vinieron desde diferentes comunidades para juntarse en ese encuentro pero el motivo real no fue el cianuro. A la sociedad de Esquel le dijimos que los mapuches nos íbamos a pronunciar en contra de la mina, pero el motivo principal no fue el cianuro. No nos van a entender. Por un lado hicimos un manifiesto nuestro, pero después hicimos un manifiesto para tratar de acoplarlo de alguna manera a las reivindicaciones de la gente. Y mirá vos lo que son las vueltas de la vida, porque hace tres o cuatro años atrás, antes de que estalle el conflicto por la mina, la Meridian Gold quiso meterse en una comunidad mapuche, y nosotros salimos a denunciarlos, pero nadie nos dio absolutamente nada de bola. Nadie de nadie. Ninguno de los que hoy son activistas del “¡No a la mina!” nos dieron una chance de protesta. Porque acá es un pueblo un chico. Y nos conocemos todos.

Martín: Lo que yo quisiera saber es cómo se da concretamente en el espacio la ocupación de la tierra. Porque si en un principio allí viven comunidades, ¿cómo es que van avanzando sobre el terreno? ¿Es una ocupación por la fuerza o se van instalando paulatinamente?

Mauro: Es esto que yo te decía. El Estado se atribuye la propiedad del suelo y el subsuelo. Vos podés utilizar la tierra que se vuela (la superficie). En esa tierra que se vuela crece el pasto. Entonces vos podés darle de comer a tus animales o podés hacer una quintita… pero ¿qué pasa si viene una petrolera y tiene interés en ese territorio? ¿Vos tenés derecho a decir que no querés ninguna petrolera en el lugar? El Estado siempre va a fallar a favor de ellos.

En este momento suena el teléfono y se interrumpe nuevamente el diálogo. Cuando Mauro termina, nos cuenta

Mauro: Estamos trabajando con gente que vino de Italia y que nuclean varios proyectos de radios comunitarias. Nosotros estamos organizando un emprendimiento de este tipo porque el monopolio mediático que existe hoy en día representa un problema para nuestras comunidades, cómo llega la información a nuestra gente, como la Compañía Tierras del Sur Argentino opera en los medios, como el diario El Oeste, Radio Nacional, diario El Chubut… Tampoco es algo que descubrimos nosotros. No es algo novedoso. Sabemos que las multinacionales operan en todo el país a través de los medios. La radio que pretendemos abrir es en El Maitén, una localidad donde el 90 % es gente nuestra, gente mapuche, y que hay un radio importante de llegada en todo lo que es la zona de alrededor… Buenos Aires Chico, Vuelta del Río… hay tantos parajes. Y nosotros tenemos la necesidad de disponer de un medio de comunicación autónomo. Se va a tratar de una radio FM, y esta gente que viene de Italia no pertenece a una fundación ni a una ONG, es una asociación de gente común, laburantes… porque también impera la imagen esa de que va a venir gente de Europa y te va a levantar una radio… La radio la vamos a administrar nosotros con nuestros aciertos y errores pero ellos no van a tener incidencia. Lo que ellos van a hacer es acompañarnos económicamente para que se construya y se equipe la radio. Después nosotros vamos a sostenerla y hacer todo lo demás. Entonces buscamos una alianza con la radio Alas, de El Bolsón, y con La Tribu, de Buenos Aires. La alianza tiene que ver con decir: “Ustedes que tienen experiencia, nosotros necesitamos capacitación”. Hay gente mapuche de Vuelta del Río que se está capacitando y así esta avanzando el proyecto, lentamente, sin hablar de fechas de inauguración pero el edificio se está construyendo.

Ana: Hay una radio mapuche que está en los alrededores de Junín de los Andes.

Martín: Pero ésa se las dio el Estado. Tiene alcance nacional y tiene que ver un poco con todo el clientelismo que existe en Neuquén entre las comunidades mapuches. Vos lo debés saber mejor que yo.

Mauro: En Neuquén es increíble… Allá las comunidades votan a Sapag.

Martín: Leí que en Neuquén hay 49 reservas indígenas…

Ana: No. Reservas no son. Son comunidades.

Martín: Bueno. Es el nombre que usan para…

Mauro: Hay algunas… a ver… tenemos que volver a la época en que se consumó la invasión, después de la Conquista del Desierto. No voy a abrir un juicio a mis antepasados, pero por muchos motivos, fundamentalmente por la preservación de la vida ante las atrocidades cometidas por los blancos. Para que te des una idea, a mí me contaron que a los bebés los ensartaban con los sables… Entonces vos te preguntás cómo es que después de todas estas cosas algunas comunidades hayan establecido relaciones de clientelismo. Lo más probable es que lo hayan hecho por una cuestión de supervivencia. Militarmente ya no había más resistencia. La última escaramuza fue a fines del siglo XIX, porque Inacayal finalmente se entrega… estoy hablando de este sitio, porque en otros territorios hubo otros líderes y sucedieron otros episodios…
Entonces muchos ayudaron al ejército y cuando ya estaba finalmente el hecho consumado, a estos loncos o caciques –cacique es un nombre impuesto– les ceden espacios de tierra para que se queden allí asentados con su tribu y algunos se llamaron colonias, otros sitios se llamaron misiones, otros reservas… Hay una reserva que se llama Mariano Epulef, y bueno… reciben ese tipo de designaciones. Por acá hay otra reserva que se llama Nahuel Pan. Había otro nombre que no recuerdo, pero el tema es que eso fue momentáneo, se dio en un primer momento para agrupar a las comunidades en algún sitio. Luego Argentina abrió las puertas de par en par a la inmigración europea. Y esa situación tuvo un impacto terrible en nuestro pueblo. Pero vos fijate la capacidad que tiene el pueblo mapuche porque en pocas décadas se volvió a recomponer en el aspecto económico y manteniendo todo lo que es la parte espiritual y nuestras ceremonias. Igual había que pedirle permiso al gobernador para hacer el Camaruco… hasta el día de doy hay viejitos que van, pero es como una formalidad. Y nosotros decimos: “Nooo”. Nosotros reaccionamos.

Martín: ¿Camaruco y Nguillatún son lo mismo?

Mauro: No. Ca-má-ricún (enfatizando) sería la verdadera denominación. Camaricún es el Camaruco que está castellanizado. Nguillatún es otra cosa. En el Nguillatún interviene la machi… mientras el Camaricún es una cuestión más de integración y es una puesta en escena y es como una gran obra que es increíble. Es una puesta en escena de todos los elementos de la naturaleza en una ceremonia. Yo les hago la traducción para que ustedes entiendan. Son cuatro días (el número perfecto en la cultura mapuche es el cuatro, el meli) y se hacen distintos rituales.
Bueno… les venía contando de las reservas. Ya entrado el siglo, en la década del veinte, el treinta, empiezan a desarrollarse y eso ya resultaba molesto. Acá en el Boquete Nahuel Pan había 400 familias que tenían una economía autónoma… autónoma porque no necesitaban venir al pueblo. Hasta cosechaban trigo. El pueblo mapuche se recuperó a pesar de la masacre. Mirá vos la capacidad de nuestra gente.

Ana: ¿Y el Estado les daba supuestamente esa tierra en calidad de reserva?

Mauro: Se las daba en calidad de reserva pero de manera precaria. Cada familia tenía en la reserva un permiso precario de ocupación. Ellos podían trabajar y hacer sus cosas, pero nadie les aseguraba que esa situación iba a ser duradera. Entre 1937 y 1940 hubo un desalojo masivo en toda la Patagonia. Y las comunidades comenzaron a trasladarse a las urbes y a conformar nuevos barrios. Ahí fue cuando comenzaron a formarse las periferias de las ciudades. Después, durante la época de Perón, se devolvieron algunas tierras, pero todo siempre como el jamón del gran sánguche, porque había toda una idea de que la madre de Perón era indígena. Acá los viejos se acuerdan de Perón como un protector. Pero, bueno… Perón… ¡Es increíble…! Que una sociedad tenga como héroe a un milico…
Yo no entiendo, porque mi propia madre lo admiraba. Mi mamá era empleada doméstica de la Compañía Tierras del Sur Argentino, que tenían las mismas tierras que hoy tiene Benetton, y ella me contaba de la época de Perón. Imaginate venir de un período de tanta opresión, de sufrir tanta injusticia, y pasar a una época donde hay un poco más de justicia. Y bueno… te guste o no te guste la gente se va a acordar. Claro que se va acordar. Uno hoy dice que el tipo especulaba permanentemente porque le servía para mantenerse en el poder. Y además era un gran simulador. Hoy hacemos una lectura diferente, pero si hubiéramos estado en ese contexto, quién sabe.
Pero el clientelismo político está diseminado a lo largo de todo el país, y afecta también a las comunidades mapuches. ¿O vos te creés que es exclusividad de las villas del Gran Buenos Aires?

Martín: No, para nada. Es un mal de toda Argentina, desde su propio surgimiento como país.

Mauro: Y bueno. Frente a la desigualdad, el propio sistema trata de llenar los huecos existentes para que no sean elementos de conflicto. No con la tierra. Esa es otra historia.
Tarde o temprano me voy a ir. Yo me planteo el hecho de ser consecuente con nuestra prédica y aprovecho que me siento fuerte todavía, y ojalá que sea una lucha comunitaria… yo pretendo irme de acá, del espacio urbano, pero yo no voy a ir a ocupar tierras, yo voy a ir a recuperar tierras. Para nosotros el concepto de ocupar tierras no existe porque de lo contrario le estarías dando la razón al invasor. Nosotros acá recuperamos. Tenemos nuestra sede en el barrio Buenos Aires. La ruca le decimos. Ruca es casa. Nosotros recuperamos el terreno. No lo ocupamos.

Martín: Pero el que ocupa no tiene el vínculo que ustedes ancestralmente tienen con la tierra, por eso utilizan esa palabra…

Mauro: Sí, bueno. Pero es para llegar al resto de la gente…

Martín: Claro. Las palabras… O cuando los políticos o terratenientes dicen que “donan” la tierra, cuando en realidad están devolviendo lo que saquearon.

Mauro: Bueno. En ese tipo de situaciones es increíble cómo hay algunos que sacan provecho. Hay personajes que existen también por la necesidad de este sistema de hacerle creer a la gente de que hay espacios de derechos humanos y que está vigente toda esa cuestión. Como es el caso del Serpaj (Servicio de Paz y Justicia) o Pérez Esquivel… son personajes que hacen lobby permanentemente. ¿Cómo es la cuestión? El premio se lo dan a una persona por haber tenido una actitud en un momento determinado, pero esa persona después sigue actuando en otros escenarios y sigue teniendo el mismo prestigio, pero el desempeño que tuvo en nuestro conflicto fue patético. Fue notable su actitud permanente de lobbista de Benetton.

Martín: Pero también hay otro tipo de personas que recibieron ese premio. Rigoberta Menchú, por ejemplo, que es maya quiché.

Mauro: Pero que sea maya no dice nada. Hay un presidente que es indígena.

Martín: ¡Ah! Sí. Mestizo. Evo Morales… (risas).

Mauro: Bueno ¿Y…? No pasa por una cuestión étnica. Acá hay una mujer que tiene los rasgos indígenas bien definidos, Chiquichano, que se recibió de abogada a los cincuenta años, es diputada, se embanderó con el tema del “No a la mina”, y claro, la información que le llega al común de la gente es: “¡Mirá qué bien que estamos! ¡Cómo se vive democráticamente, que hasta una indígena llega a ser diputada!”. Pero eso no significa nada. ¿Una persona sola qué es? ¿A vos qué te garantiza que esa persona tiene una conducta basada en la lógica mapuche? Ella, en primer término, es una puntera del Justicialismo. Y si llegás a esa instancia del poder…

Ana: Claro. No se trata del pueblo mapuche en el Estado. Es una persona que hizo la suya.

Mauro: Es una persona que hizo una carrera política dentro del aparato del Estado. Yo si quiero me puedo proyectar políticamente dentro de algún partido. Por ahí me va bien. Capaz que me va mal. Estos personajes son necesarios para justificar esta pseudo democracia y ayudar a sostener los argumentos que afirman que esta democracia es tan amplia que hasta los indígenas hoy son diputados. Y si vamos a la instancia internacional, tienen premios Nobel, son presidentes… pero nada cambia. Esa cuestión empezó con los obreros, porque cuando Lula se proyectaba como presidente era una cuestión que trastocaba todo. No era un doctor, un abogado. Era un operario con un primario incompleto, que finalmente fue totalmente funcional al sistema y sirvió para sostener este tipo de discursos. Es decir: “Los obreros forman parte del Estado. La democracia en América Latina funciona, porque hasta las clases más bajas pueden tener un representante, una persona que surge pobre y llega a ser presidente”.

Martín: Y lo mismo pasa con toda la izquierda en el continente. Ahora dicen que América se está volcando hacia la izquierda, ¿pero cómo son las izquierdas que tenemos? La izquierda de Chile, por ejemplo.

Mauro: Bueno… nunca existió tampoco.

Martín: Una izquierda derechizada…

Mauro: Claro. Pero volviendo al tema, un rostro no te garantiza nada cuando no hay una lógica reivindicadora verdadera.

Martín: Yo me reía porque alguien que nos encontramos en el camino, que participa en movimientos legítimos, que a nosotros nos parecen bien, nos decía que los mapuches urbanos son re-anarcos. Y yo respondía: “¿Y cómo no van a ser anarcos? ¿A qué institución pueden respetar? Naturalmente deberían serlo”.

Mauro: En realidad, ellos nos catalogan de anarquistas porque no nos ponemos en ninguno de los lados que nos ofrecen. A veces nosotros nos confundimos, porque estamos parados con un pie en un lado y el otro pie en otro, pero a mí no me vas a vender una verdura porque yo conozco y me crié en la cultura huinka, y es el día de hoy que la sigo conociendo, así como también estoy descubriendo mi cultura también. Entonces dentro mío existe algo muy complejo. Soy un engendro. Yo y tantos otros. Entonces tengo un discurso con el que no deparamos. Decimos: “Somos mapuches. No somos argentinos. No somos chilenos.” Por esto, por esto y por esto. Entonces ya con eso te tildan de anarquista. Sos anti-Estado.

Martín: Claro. Desde el punto de vista mapuche me imagino que ustedes ni siquiera lo conciben el término anarquismo, pero desde el punto de vista de ellos, que se criaron dentro de todas esas instituciones a las que ustedes no respetan, entonces dicen… “Ah. Son anarquistas”. Pero no es una mala apreciación. Lo dicen como afirmando que son aguerridos, son re-anarcos, aunque esté mal utilizado…

Mauro: Está mal utilizado porque hay un dejo de racismo. ¿Por qué no pueden comprender que nosotros los mapuches tenemos nuestros principios ideológicos, filosóficos…?

Martín: Yo no creo que en ese argumento exista algún tipo de racismo.

Mauro: Enseguida te tienen que decir “Esto está influenciado por…”. Yo concuerdo con muchos principios anarquistas. No con todos, pero siempre hay como un dejo, como una actitud mediante la cual te desestiman. En mi caso, por ejemplo, que tengo un secundario más que incompleto, entonces muchos me dicen: “Ah, pero vos hablás bien. Vos habrás estudiado…”

Martín: Como diciendo “Un mapuche no puede hablar así”.

Mauro: Una vez me hicieron una nota, y al cabo de un rato me dijeron: “¡Pero vos sos mapuche!”. Claro. El estereotipo es el tipo que no puede hilvanar una oración en castellano, porque eso es lo que dibujan los medios y es lo que buscan para que concuerde con su modelo. Como hace Gastón Pauls, que busca un anciano que dé lástima, que no emane dignidad. Acá hay mapuces, hay loncos, que los ves y lejos están de irradiar ese tipo de sensación.

Martín: ¿Vos viste la película El viaje de Nahuel Pan?

Mauro: Para mí eso es una porquería. Hacer quedar al indígena como un tarado que no sabe desenvolverse, cuando supuestamente quieren reivindicarlo. Igual que La nave de los locos. Siempre tiene que haber una huinquita que viene a defender nuestros derechos. Acá en Argentina no hay nada que valga la pena. Ojalá que algún día se escriba. Yo, paradójicamente, las pocas películas piolas que vi eran yanquis, en las que se reivindicaba la cultura de las comunidades indígenas de allá. En las películas de acá lo que se hace es desestimar. Me parecen una mierda (se ríe). Muestran un indígena que va a la ciudad, que se muestra perdido y no sabe cruzar la calle.
Quizás las cosas deben darse en un sentido progresivo. Capaz que para esa época fue algo trascendente, qué sé yo. Yo te digo que La nave de los locos, en su época, a mí me gustó, y la utilizábamos para pasarla en algunos lugares. Hoy ni se nos ocurre. Pero hace quince años atrás teníamos este discurso. Yo hacía y entregaba volantes en los que hablábamos de que éramos paisanos y que teníamos derechos y que éramos argentinos también, porque tenía que ver con una búsqueda de nuestra propia cultura y de nuestros principios ideológicos. Nosotros no nacimos de ninguna iglesia determinada, ni de ninguna de sus ramas, ni nacimos influenciados por alguna rama catequista y un día nos miramos al espejo y nos dimos cuenta de que éramos diferentes. Nacimos porque nacimos. No nacimos ni de la izquierda ni del clientelismo político justicialista.

Martín: De hecho, la organización social que reivindican distintos movimientos está basada sobre el planteo que promueve el comunismo y el socialismo, y esa organización ustedes la tienen asimilada desde cuántos años antes. O sea, la práctica del trabajo colectivo, la tierra comunitaria, la no jerarquización de la sociedad… todas esas pautas que ellos vienen a traer como una verdad iluminada ustedes ni siquiera la han planteado como teoría, porque directamente la han llevado a la práctica.

Mauro: Sí. Es la organización que se llevó a la práctica por miles de años.

Martín: Claro. El capitalismo es lo que vino de afuera. El comunismo…

Mauro: El comunismo también.

Martín: Sí. Como teoría política, pero como práctica no. Como práctica ya estaba instalada.

Mauro: De todos modos, a veces me altera más un comunista. Primero, porque el comunismo en la Argentina… (parece querer decir tanto que no sabe por dónde empezar) no sólo apoyó a la dictadura sino que tampoco es popular. En Argentina es pura teoría.

Martín: Salón, biblioteca y escritorio.

Mauro: Si me los habré cruzado… Te vienen a dar clase y un poco más ya te dicen que lo que estás haciendo está todo mal. Quizás respeto más a uno de derecha que es más sincero, con el que me puedo putear abiertamente.

Martín: Además, generalmente, los voceros de la izquierda dicen defender a una clase a la cual no pertenecen. Siempre lo hacen desde un modo paternalista, desde una situación cómoda.

Mauro: Los militantes de izquierda me dicen: “Pero ellos son tus amigos, tus compañeros en esto”. Y vos sabés que no es así. Mirá: cuando acá estalló el conflicto con Benetton, los primeros que reaccionaron y nos dieron un apoyo concreto, fueron los grupos anarquistas. Anarquistas verdaderos. No los que dicen serlo. Porque acá también hay muchos que se autoproclaman anarquistas y también… son medio parecidos a los otros.

Martín: En la facultad pasa lo mismo. Hablan de indígenas, de comunidades, de mapuches… y vos le vas a preguntar y resulta que sólo tienen un conocimiento libresco. Jamás tuvieron contacto con un miembro de las comunidades. La verdad es que es una falta de conexión con lo que ellos proclaman estudiar y con aquello que parece interesarles. Es decir que no entienden lo que intentan defender. ¿Vos qué pensás de eso?

Mauro: Yo creo que es necesario alentar y ser partícipe también de nuestra lucha. Pero lo que noto es que hay un sector de estudiantes e investigadores que están intentando traer un poco más de luz y de combatir a la historia oficial. Si nosotros planteamos nuestras problemáticas exclusivamente desde nuestra visión como mapuches, para una sociedad tan contaminada es ser poco objetivos. No vamos a ser entendidos. Tenemos que actuar, tenemos que recuperar nuestra historia. No sólo nos sacaron el territorio sino también la historia. Nosotros la estamos recuperando y a su vez estamos intentando divulgarla. Pero, insisto en esto, para el común de la gente somos poco objetivos. Cuando nosotros discutimos la historia más conocida, la gente nos responde: “Bueno, pero ustedes son mapuches”. Entonces está bueno alentar a que las nuevas generaciones de historiadores y de antropólogos, que tienen la necesidad de construir y de hacer nuevos aportes más cercanos a lo que pasa y lo que pasó, y no porque sean indigenistas, porque no queremos indigenistas y no nos importa ni nos interesa. Ojalá que no existan indigenistas. Lo importante es que haya gente que diga: “Esto está muy mal”. Porque acá a la gente se le sigue mintiendo. Se miente, se engaña, y está la responsabilidad de cambiar eso, de decir: “Acá está la verdadera historia”. Entonces es bueno que surja. Yo conozco gente que está tratando de hacer algunos cambios, gente que está confrontando con las teorías de Casamiquela, no confrontar por confrontar sino por ver cuánta razón tienen los mapuches, para desenmascarar a esas teorías reaccionarias, fachistas. Entonces me parece válido. Pero seguramente tenés de todo. También pasa en el mundillo mapuche. Tenés gente que vive de eso, que tiene un rostro mapuche más pronunciado que el mío y entonces vive de eso y engaña.

Ana: ¿Y qué pasa con esa gente al interior de las comunidades? ¿Ustedes tienen relación con la gente de otras provincias? ¿O hay poca comunicación?

Mauro: Es una relación no muy fluida, por las distancias, porque tampoco tenemos la capacidad de estar en permanente comunicación.

Ana: Pero dentro de lo que ustedes pueden hacer a sus alrededores, ¿qué pasa con una persona que lucra con eso de ser mapuche?

Mauro: Mirá que loco es esto, porque cada vez que nos llaman a nosotros y nos preguntan cuál es el contacto que tenemos en Buenos Aires, por ejemplo, no es justamente un peñi, o sea que no es un hermano nuestro. No digo todos, pero lamentablemente la urbanidad y esas grandes urbes van absorbiendo a nuestra gente y muchos terminan folklorizando, o mintiendo, o armando historias… y nosotros no tenemos el tiempo para andar viendo lo que está haciendo cada uno. Sabemos perfectamente que no vamos a poder recuperar a los hermanos que andan por ese camino. Hay unos cuantos. Acá mismo también, en la provincia. Por ejemplo, acá hay una ley que supuestamente habla de reivindicar nuestra cultura, y ahora han creado un instituto en el que pusieron como director a un mapuche, pero en realidad son todos punteros, punteros que tienen un desconocimiento tan profundo que no pueden decir ni dos palabras en idioma mapuche. Tremendo. Nosotros llevamos varios años con esto. Por ejemplo acá, con el tema de la minería, salió un sector mapuche… vos me ves a mí y yo era un europeo al lado de ellos, eran bien mapuches… y salieron a decir que estaban a favor del desarrollo de la minería en Esquel. Entonces nosotros confrontamos con ellos desde la cultura, desde nuestros propios principios. Imaginate. Quedaron como Adán en el día de la madre. Tenían como un casete puesto y los intereses que defendían quedaron muy en evidencia. La propia compañía minería se dio cuenta de que era al pedo salir a confrontar. Nosotros estábamos con nuestros loncos y planteamos hacer un debate como mapuches, es decir en mapuzungún, para que ellos plantearan el motivo por el cual estaban a favor de la minería. Entonces duraron lo que dura un suspiro. No aparecieron más…

En ese momento se acerca Angie.

Angie: ¿Qué hora es?

Mauro: Las doce y media.

Angie: ¿Querés que comamos? ¿Quieren comer con nosotros, chicos?

Martín: No, no, no… Ya nos quedamos demasiado. Nosotros nos vamos.

Mauro: ¡Pero mirá que hay, eh!

Martín: Bueno. Si hay nos quedamos, pero nosotros caímos de sorpresa…

Mauro: Pero claro, acompáñenos…















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